Os doy la bienvenida a Extremadura, mi tierra

Extremadura es paso de casi todas las civilizaciones desde la prehistoria, pasando por los celtas, romanos, musulmanes, etc..
las comarcas de la campiña en Valencia de Alcántara y los Baldios en Alburquerque hay un importante grupo megalítico de dolmenes, tumbas, menhires, pinturas rupestres.

sábado, 2 de mayo de 2009

Cuando ETA te mata un hijo

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A los padres de José María Piris no les consoló que la banda terrorista les dijera por carta que había sido un error. Su hijo fue el primer niño asesinado por ETA. Desde entonces, 1980, ha matado uno por año. La pequeña Silvia, en Santa Pola, la última

ILDEFONSO OLMEDO

Aún hoy, pasados ya 29 años, Carmen Carballo necesita una dosis diaria de antidepresivos para seguir viviendo. Quizá no haya casa más florida que la suya en todo San Vicente de Alcántara (Badajoz). Hay plantas que cuelgan del balcón, hortensias y buganvillas en un parterre frente a la puerta de la calle y macetas que rebosan vida en el patio interior. Pero su jardín más mimado lo tiene Carmen en el cementerio. En la tumba de su niño nunca faltan macetas. «A veces voy y lloro nada más; otras veces le arreglo las plantas», dice. En la rutina de su peregrinar diario al camposanto ella, con sus 62 años y un vacío viejo, distingue entre «días buenos y días malos».

El domingo, tras saber del atentado en la casa cuartel de Santa Pola, fue de los días malos, pesado y desgarrador como aquél de primavera de 1980 en el que recorrió media España -de Guipúzcoa a Badajoz- tras un furgón fúnebre. Cada vez que muere un niño a manos de etarras, a Carmen se le abren las carnes y se toca el escapulario que le cuelga del cuello con la foto de su pequeño.El domingo pensó también en los padres de Silvia, la niña de seis años asesinada, y se vio a ella y a su marido, Antonio Piris, 22 años atrás. «¿Consejo? Que pase el tiempo, no hay medicina para este dolor».

Carmen Carballo es la desconsolada madre del primer niño asesinado por ETA. Se llamaba José María Piris Carballo, tenía 13 años y, hasta que el 29 de marzo de 1980 el hacha y la serpiente se cruzaron en su camino, crecía alegre en Azcoitia (Guipúzcoa), adonde sus padres emigraron en 1973 en busca de un trabajo en las acerías de la zona. Un artefacto explosivo, caído de los bajos del coche de un vecino guardia civil, atrajo aquella mañana de sábado la atención del niño, que regresaba de jugar un partido de fútbol con los compañeros del colegio que los padres mercedarios regentaban entonces en Azcoitia. «Le encantaban los imanes y vio dos en aquella maldita bolsa de deportes», llora todavía la madre.

EL MUNDO 11-08-02

PARA VER MAS DE LA CRONICA:

http://www.elmundo.es/papel/2002/08/11/cronica/1203107.html

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